martes, 31 de marzo de 2015

No me fui...




Si debes irte, vete - dijo sonriendo-. Si debes irte porque es lo que te han enseñado, entonces no te vayas.

No me fui.

Albert Espinosa (El mundo azul. Ama tu caos)

viernes, 27 de marzo de 2015

Rick Elías





1. Todo cambia en un instante
2. Entre tener razón y ser feliz, elige ser feliz
3. Morir no da miedo
4. ¿Estáis siendo la mejor persona que podéis ser?

Rick Elías, que sobrevivió cuando su avión que se iba a estrellar aterrizó en el río Hudson dió una charla de tres minutos con la que consiguió cambiar la vida de la gente que le escuchó.

martes, 24 de marzo de 2015

Hero



 
Una canción que me ha gustado escuchar, porque tras un día intenso de trabajo toca relax...

¿Tenéis alguna canción que os guste escuchar en vuestros momentos de desconexión?

jueves, 19 de marzo de 2015

Sigo aquí...


Sigo aquí aunque me "asome" muy poquito por este mundo 2.0.





- Tengo bastante trabajo, pese a eso he sacado tiempo para algunas compras: mono negro de H&M fresquito para cuando llegue el buen tiempo, falda suede y jersey crochet de Stradivarius, unas cositas en Kiko, compras en Rituals...
- El sábado pasado Zen pasó por la peluquería y ahora está guapísimo, eso sí, estos últimos días de tanto frío le ponemos abrigo porque va rapadito.
- Hoy se pone a la venta el nuevo libro de Albert Espinosa "El mundo azul. Ama tu caos"



- No queda casi nada para el concierto de Joaquín Sabina en Zgz :) mientras escucho el doble cd!
- Nuestros periquitos de Bourke han críado y estamos empapillando a una cría que tiene 1 mes aprox, cada tantas horas le damos papilla, se está acostumbrando al trato humano.


- Me he enamorado de un cactus de esparto, sé que tarde o temprano me haré con él.
- Me ha llegado un pedido de Radabeauty, pedí un limpiador de Naruko y una mascarilla de Queen Helene.
- Regalitos de cumple que te alegran la semana (Gracias Nat!)
- Y para terminar os dejo una canción que me encanta...



sábado, 14 de marzo de 2015

#Lallavedelorden



 
Jajajajaja, me ha encantado este anuncio de Ikea...

Feliz fin de semana a tod@s!!

jueves, 12 de marzo de 2015

MIs regalos de cumple


Sabina, deseando verlo en concierto
Lámina Amélie (junto a la de Picasso)
Me apasiona :)







Mono encaje primaveral
Sudadera lovely
Bolso print animal
Botas color topo

Este año me han llegado muchos regalos, entre otras cosas lo que veis en las fotos y unos pendientes, un monedero + neceser de Parfois, libro y algo más de ropa.
Lo mejor todas las muestras de cariño que recibí ese día en forma de llamada, mensajes, whatsapps, mensajes en facebook o felicitaciones en el trabajo :)

martes, 10 de marzo de 2015

Me lo comería :)


Zen y su actual juguete favorito

Mi amor, mi cielo, mi firmamento...
Sí, estoy loca pero ahora me ha dado por decir estas cosas a Zen #vivanlaslocas

domingo, 8 de marzo de 2015

Pasaje a los tiempos




Anoche estuvimos en el Auditorio viendo el espectáculo "Pasaje a los tiempos", concierto de bandas sonoras junto a proyecciones en 2d y 3d.
Me encantó la parte musical, donde interpretaron temas de muchas B.S.O como Jurassic Park, Titanic, Gladiator, Superman, Piratas del Caribe, La lista de Schindler (increíble!), Harry Potter, Star Wars...
La parte visual dejó mucho que desear, me pareció bastante anticuada pero sólo por la música a cargo de la orquesta mereció la pena.

jueves, 5 de marzo de 2015

Mini yo







Os dejo unas fotos mías de hace unos cuantos añitos, como veis ya me encantaba estar rodeada de animales :)



Y estas de ahora, más de 30 años después :)

martes, 3 de marzo de 2015

Diga 33



¿Menor de 33 años de edad? Buenas noticias: El mejor momento de tu vida está por venir. ¿33 en este momento? ¡Felicidades, estás en lo máximo!
¿Pasados los 33? Tus mejores días ya han pasado. Lo sentimos, no hay nada que podamos hacer al respecto.

¿Qué significa todo esto? Pues bien, que se ha demostrado científicamente que la edad en que somos más felices son los 33 años. Así que ya es hora de descartar esas ideas tontas sobre cómo todo era mejor cuando se era un niño, o de cómo la universidad fue una especie de época dorada de becas y felicidad. No es así. La sorpresa es que los 33 son el colmo de la felicidad.
¿Por qué este número? El sitio social británico Friends Reunited (amigos reunidos, tal su nombre en inglés) realizó una encuesta entre los usuarios mayores de 40 años y encontró que el 70% dijo que no fueron "realmente felices", sino hasta llegar a los 33. Entre ese mismo grupo, más de la mitad dijo que su recuerdo más feliz fue cuando tuvieron sus propios hijos (36%) vs. quienes dijeron que era su propia infancia (16%).
La psicóloga Donna Dawson explica en el informe, que a los 30 años las personas ya han tenido "tiempo suficiente para haberse librado de la ingenuidad de la infancia; de las maquinaciones alocadas de los años adolescentes, sin haber perdido la energía y el entusiasmo de la juventud”.
Dawson agrega que a los 33, "la inocencia se ha perdido, pero nuestro sentido de la realidad se mezcla con un fuerte sentido de esperanza; un espíritu de 'poder hacer' y una sana creencia en nuestros propios talentos y habilidades”, explica.
Lo que hace ver las cosas desde una manera muy sensible y altruista.
Y también está la explicación, la reflexión casi. Christine Possemato, una mujer de 35 años que le dijo al New York Daily News: "Es el sexo, sin duda. Una es mucho más segura y puede atraer a chicos más jóvenes”.
Extraído de CNN y de Pijamasurf.com 

Así que hoy, más feliz que ayer, me voy a celebrar mi 33 cumpleaños (trabajando of course, pero feliz)

domingo, 1 de marzo de 2015

Dos piedras




Solo tropiezan los que están avanzando. O dicho de otro modo, la única forma de evitar un tropiezo es quedarse quieto. No moverse de donde se está. Tropezar, por lo tanto, es una buenísima señal. Señal de que las cosas se mueven. Señal de que te diriges hacia algún sitio. Lo que es malo en la vida no es tropezar, sino quedarse ahí, tirado en el suelo. No volverse a levantar. Y ya no digamos lamentarse. Autocompadecerse. Lloriquear.

Lo que ocurre cuando tropiezas, todo el mundo lo sabe, porque todo el mundo lo ha vivido alguna vez. Lo más humano es sentir una cierta sensación de ridículo. Ojalá que nadie me haya visto caer. Qué bochorno. Calla, que me levanto enseguida y aquí no ha pasado nada. Natural.

Lo siguiente es buscar la causante del tropiezo. Encontrar la piedra. Reconocerla. Tu cara me suena. Culpabilizarse por no haberla visto antes. Y darse cuenta de nuestra miserable e inefable humanidad. Es entonces cuando todo el mundo lo veía venir. Es entonces cuando surge el yo ya te lo dije. Maestrillos del día después, que no se dan cuenta de lo mediocre que resulta llegar tan tarde.

Y hablando de mediocres, bajo cualquier piedra aparecen siempre los gusanos. Las larvas. Los bichos. Personajillos acomplejados y torturados desde bien pequeñitos, cuando en el patio del colegio ya canjeaban su bocadillo por un par de collejas. Suelen ser los más cobardes de la clase, los que jamás se atreverían a decirte nada a la cara, gallinas que con el tiempo han desarrollado una visión deformada del mundo, pues piensan que todos estamos pendientes de sus pataletas. Por eso andan buscando a ver quién se ha caído últimamente para acudir a la merendola de buitres, porque sólo saben alimentarse del presunto derrotado, porque ellos jamás han creado nada que haya tenido éxito, porque son incapaces de triunfar por sí mismos y porque se sienten acomplejados ante el talento ajeno. En el fondo les encantaría formar parte de la fiesta, ser incluso tus amigos, vivir lo que tú has vivido, en realidad es una forma de envidia, pero claro, el rechazo sigue ahí, y como respuesta al rechazo, ellos han decidido rechazarte a ti. Pero piensa que no es contigo. Es con la vida que jamás tendrán.

Como no pudieron ser interesantes, se convirtieron en pedantes. Como las chicas se reían de ellos, se hicieron los misóginos; no es que yo no les guste a ellas, es que ellas no me gustan a mí. Como no han dado un palo al agua en su puñetera vida, se volvieron clasistas, racistas o xenófobos. Y como nadie les aguantaba ni en su propia casa, se fueron a vivir de la primera caverna mediática que les subvencionó, oye tú que luego igual esto desgrava. Por ponerle un nombre al azar, yo lo llamo Complejo de Sostres, no me preguntes por qué.
 
Bueno sí, pregúntamelo, va.

Pues resulta que Salvador Sostres fue mencionado en mi ya añorado Viajando con Chester. Fue el gran chef David Muñoz, quien me contó que en años de profesión, el único comensal que se había negado a pagar la cuenta había sido justamente él, Sostres. La conversación siguió por otros derroteros mucho más interesantes, pero por lo visto, para Sostres, el hombre que no pagaba en los restaurantes, la cosa no quedó ahí. Al día siguiente, la productora del programa me hizo llegar el número de móvil y la petición de Sostres para hablar conmigo. Según me trasladó la productora, su intención era «aclararme lo que realmente sucedió». Y a mí, que me encanta conocer gente interesante, cultivada e inteligente, no me quedó otro remedio que declinar amablemente la invitación. La explicación, le dije a la productora, se la debe al chef, no a mí.

Durante los siguientes días, los mails con las peticiones de Sostres se fueron sucediendo, hasta que al final imagino que el personaje desistió. Pero claro, supongo que el rechazo empezó a crecer de nuevo en su interior. Nos cruzamos físicamente un par de veces por Barcelona, que en realidad es un sitio muy pequeño, y el personaje en cuestión me vio, me esquivó y no me dijo ni mú. Lo que yo te diga, «semejantes invertebrados» (sic) no atacan nunca de frente. Siempre a tus espaldas. Cuando no estás. Y esta semana, tras mi salida de Viajando Con Chester, la bilis ha corrido en forma de tinta por su columna a la que por cierto le tengo un aprecio especial, pues me parece más que cómica, hilarante. No es sólo que me haya criticado a mí, que ya ves, llega tarde, llevo años saliendo criticado de casa. Es que además se cree que puede con gigantes como Luis del Olmo o compañeros de periódico como Jordi Évole y Ana Pastor, gente que le viene tan grande que antes de ni siquiera mentarlos debería aprender a lavarse la boca con agua y jabón.

Todo esto no hace más que darle lo que él quiere, pensarás. Y es verdad. A los bichos no hay que darles visibilidad. Porque es justamente lo que buscan. Vuelve a dejarlos bajo dos piedras. Tápalos bien y deséales un algo feliz. Si hoy te los destapo no es para hablarte de ellos, sino del síndrome que lleva su nombre.

Aléjate del complejo de Sostres. No porque sea contagioso, qué va. Sino porque nadie que sufra ese complejo ha hecho nada importante en la vida. Jamás.

Risto Mejide. 22 de febrero del 2015