jueves, 27 de agosto de 2015

Blog de viajes para fardar (Leo Harlem)





Un monólogo que me ha sacado muchas risas.
Leo Harlem es mundial :)

martes, 25 de agosto de 2015

Una tarde por Puerto Venecia


Tempura de verduras
Chicken thai fingers
Beef yaki udon
Karee raisu

Nuevo cuadro para la biblioteca (paradas París)

Me encantó, me lo anoto en la wishlist para futura compra
El martes de la semana pasada estuvimos (tras salir yo del trabajo) en Puerto Venecia.Tras dar una vuelta por alguna tienda de ropa acudimos a comer a Udon, sitio al que me apetecía mucho ir, es de nuestros favoritos :)
Luego paramos en Ikea (compramos un cuadro y alguna cosita más), en Rituals (varillas Hammam y Samurai secret + regalo).
Y como extras me cogí unas bailarinas cómodas de print animal, calcetines, unos botines militares para el tute cuando llegue el otoño y un marcador de maletas en forma de oso panda #vivanlaslocas

Os dejo alguna foto para que veáis que cosas más ricas y si no conocéis Udon paséis si tenéis oportunidad :)

domingo, 23 de agosto de 2015

Resumiendo... en imágenes




1. El antes de mi terraza
2. El después tras quitar los muebles de madera y poner muebles nuevos, césped artificial y otra parte de composite :) Parece otra!!
3. Artículo de Rosario Raro y su libro Volver a Canfranc
4. Tiras de cerdo con salsa teriyaki
5. Le regalamos a mi hermana un álbum con una selección de fotos de su boda, hecho por nosotros.
6. Zen duerme en la hierba...
7.... y yo también
8. Recibido el pedido a Mr.Wonderful
9. Mis nuevos taconazos

lunes, 17 de agosto de 2015

Je demande




A la vida hay que exigirle mucho. A la vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se ocupará de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón más insospechada. Un día sales de casa y búm. Un día vuelves de un chequeo rutinario y zas. Un día coges el coche y pam. Es siempre más tarde de lo que te crees. Cualquier día te cambian las reglas de este juego al que llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar. Así que plantéatelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que jamás exista un espérate, porque puede que para ti no haya previsto un después.

Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas todos los días. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegría y tristeza. Porque un día sin emociones es un día perdido.Y porque ahí donde la emoción manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.

Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo día sin estar enamorado. No hablo de estar acomodado. Ni de dejarme simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los días. Y exijo también a alguien a mi lado que las quiera mantener más allá de lo razonable, más allá de lo racional. Alguien que esté dispuesta a dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada día conmigo. Y que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que se lo curre tanto o más que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en pareja, sino de respirar. Ah y una cosa más. Exijo que la prudencia se tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamás me ha garantizado nada el hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho más feliz. Exijo que deponga sus armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que me gusta se va a terminar.

Yo exijo. Exijo viajar hasta que el cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene algo que enseñarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos países en el mundo, y que yo habré visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegaré a conocer la mitad. Y sobre todo, lo más importante, habré estado siempre en menos de los que visité. Un destino es una oportunidad para reencontrarse. Un hogar es donde vacías tus maletas. Y un origen es donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes, ellos se crecen más.

Yo no exijo un trabajo, exijo dejar de tener las sensación de trabajar. Porque es entonces cuando te estás dedicando a lo que realmente te gusta. Porque es entonces cuando realmente puedes llegar a ser bueno, o como mínimo, a poderlo disfrutar. Cuando el ocio deja de ser la negación del negocio. Cuando los lunes dejan de ser un suplicio, para convertirse en el único día de la semana al que quieres llegar. Lo antes posible, o sea, ya. No concibo ni un sólo día de mi existencia dedicado a algo que no merezca mi tiempo, mi vida, mi sacrificio, mi dedicación profesional.

Pero es que yo exijo también conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Exijo una vida sin capullos, sin mediocres, sin gilipollas, que ya tengo bastante conmigo. Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para desperdiciar. Así que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demás. Así que me tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterías e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada oportunidad.

Y ya puestos a exigir, yo exijo luz de luna. Como Chavela. Pero no sólo para mis noches tristes. Para las alegres, también. Y exijo que el sol vuelva a salir por donde quiera. Porque si sale siempre por el mismo sitio, te juro que pillo la pistola de Saza y me lío a tiros como él.

Yo le exijo todo esto a la vida.

Y lo más importante, como sé que no está en sus planes proporcionármelo, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que me lo facilite.

Lo pienso ir a buscar.

Risto Mejide. 26 de julio de 2015

sábado, 15 de agosto de 2015

Cambia tu pelo por una sonrisa




Hace unos días decidí cambiar mi look y cortarme el pelo de manera radical.
Estando en la peluquería me comentaron si quería donar mi pelo para hacer pelucas para personas enfermas de cáncer. Por supuesto ni me lo pensé, dejé mis 26 cm de pelo que seguro sacará alguna sonrisa.
Me parece una iniciativa genial, a fin de cuentas ¿para qué queremos ese pelo?




Os dejo un enlace donde se ve un vídeo de esta iniciativa de donar pelo, más común de lo que parece. Para verlo pinchad AQUÍ

Un conjunto de niñas han decidido cortarse la coleta para donar su pelo a pacientes de cáncer. El almacén de Pekelucas junto con una red de peluquerías entregadas a la causa, se encargan de las tareas de mediación necesarias para que 20 cm de pelo se conviertan en una peluca. Los destinatarios son niños entre 5 y 14 años con cáncer.

jueves, 13 de agosto de 2015

El secreto del éxito no es la suerte sino la constancia




Tu mayor valor puede ser tu voluntad de persistir más que cualquier otra persona. Brian Tracy.

domingo, 9 de agosto de 2015

Mercado eléctrico





¿Qué pasaría si se aplicara el modelo de facturación de la electricidad a otros aspectos de nuestra vida cotidiana? 

Extraído de Nuevomodeloenergetico.org

PD: Llevo días de ajetreo, aparte del trabajo y estudio estamos redecorando la terraza (suelos y muebles nuevos, con una parte de césped artificial que le da un toque genial).

jueves, 6 de agosto de 2015

La exaltación de la función memorística del cerebro debe morir




Un comentario a una entrada reciente sobre las habilidades que una persona debe tener para representar adecuadamente a su país en el escenario internacional actual, en el que citaban como mérito de esa persona el haber sido capaz de aprobar las oposiciones al cuerpo de registradores de la propiedad a los veintitrés años, me genera una reflexión acerca de lo que supone, en el escenario actual, exaltar la capacidad del cerebro de una persona para memorizar ingentes cantidades de información.
Durante muchísimas generaciones, la inteligencia era algo que se relacionaba de manera muy intensa con la función memorística. Los procesos de aprendizaje tenían como objetivo la memorización intensiva: el colegio, la carrera o la oposición consistían fundamentalmente en ser capaces de llevar a una persona a retener en su cerebro una serie de datos, que posteriormente debían escribir o recitar en un examen. Una oposición, como revela el comentario que inspira esta entrada, llevaba aparejado un componente de prestigio social, derivado de la capacidad del opositor para pasarse años memorizando textos. La inteligencia tenía un elevado componente enciclopédico, un “hay que ver lo que sabe Fulanito”, “la de cosas que ha sido capaz de memorizar”.
Obviamente, este modelo de inteligencia tenía sus limitaciones: ni el opositor más avezado era capaz de recordar la inmensa mayoría de los artículos pasado un cierto tiempo sin utilizarlos, de manera que la adquisición de la plaza se relacionaba no tanto con las habilidades del opositor para desempeñarla como por su capacidad para memorizar y plasmar en un papel en blanco o repetir como un loro ante un tribunal los artículos correspondientes. Tratar de entenderlos, de razonarlos o de relacionarlos entre sí era secundario: lo importante era el proceso de memorización.
En una ocasión, el Colegio de Registradores pidió a IE Business School un curso para las personas que habían aprobado ese año la oposición, curso en el que participé como profesor. El curso debía centrarse en la gestión empresarial, porque se quería ver al registrador como administrador de un negocio que debía, por tanto, poseer unas habilidades específicas para ello. En una de mis primeras clases, sorprendido por la escasísima participación, pregunté directamente a uno de los alumnos si se había preparado para la discusión del caso. Su respuesta fue “impecable”, y suscitó la amplia aprobación del resto de sus compañeros: “no, señor… yo ya he estudiado todo lo que tenía que estudiar en esta vida”.
Parece una exageración, pero esa es la mentalidad: estudia, memoriza, suéltalo en un examen… y ya está. Ya eres “oficialmente inteligente”. Si fuiste tan disciplinado como para ser capaz de sacar tu oposición a los veinticuatro años, tu inteligencia podía alcanzar el rango de mítica. Miles de personas están en sus puestos de trabajo porque fueron capaces de pasar por ese trámite: memorizar y repetir como loros.
¿Realmente, en plena era internet, debemos seguir incentivando, premiando y considerando ejemplar el desarrollo de esa habilidad? En el mundo actual, las habilidades que denotan inteligencia tienen mucho más que ver con la capacidad de relacionar conceptos, de entender lo que se dice, o de saber encontrar rápidamente la información necesaria en cada momento. El talento enciclopédico puede ser interesante, pero se desarrolla fundamentalmente mediante el manejo reiterativo de la información, no tanto por su memorización como tal.
La habilidad de memorizar conocimientos era esencial en un mundo en el que el acceso a la información era escaso. Si no se memorizaba, había que acceder a un libro, que podía estar en una biblioteca lejana, para poder utilizar esa información. En el mundo actual, toda la información está a uno o dos clics de ratón. ¿Debemos seguir incentivando una habilidad cuyo desarrollo ya raya prácticamente lo circense, pero que no supone una ventaja de cara al desempeño de prácticamente ningún trabajo? Si no me equivoco, la capacidad de seguir rastros de animales y cazarlos ya no representa una habilidad que la sociedad invierta demasiado en desarrollar, ni una fuente de prestigio social importante – o al menos, no tanto como lo fue en la sociedad paleolítica. Saber cultivar la tierra fue importantísimo en el Neolítico, pero no tanto hoy en día, o al menos, no al mismo nivel.
¿No deberíamos empezar a transicionar desde esos arraigadísimos modelos basados en la memorística, hacia modelos de inteligencia más transaccional, más lógica, más de desarrollo del sentido común? En los procesos educativos, esa transición se está produciendo, aunque con desesperante lentitud, con la excepción de las escuelas de negocio, en las que mayoritariamente constituye norma de fe (para pasmo de otros entornos tradicionales, que intentan infructuosamente “que les pasen los apuntes”… apuntes que, por supuesto, son inexistentes).
¿Dónde está la ventaja, en el mundo actual, de tener un cerebro enciclopédico y una capacidad de retención memorística extraordinaria? Más allá del ampliamente establecido cliché social, ¿realmente aporta tanto el que una persona haya sido capaz de memorizar un montón de datos para posteriormente repetirlos como un loro ante un tribunal? ¿No deberíamos empezar a pensar en cambiar de etapa, y considerar la exaltación de esa función memorística por principio como una característica propia del pasado, de una sociedad pre-internet?

Enrique Dans 19/07/2015 


Y nada más que añadir al texto impecable de Enrique Dans, suscribo todo lo dicho. Un artículo de 10, que creo esencial en la época actual.

martes, 4 de agosto de 2015

Resumiendo... en imágenes




1. Mi nuevo producto favorito, para el pelo (Uniq One coconut)
2. Comida en japonés
3. Más cosas ricas que probamos
4. Regalo de una clienta
5. Zen vive a cuerpo de rey, esa es la verdad
6. Nueva estantería para el estudio
7. De cena con María y Javi (la hamburguesa estaba de vicio) + cafés + helados (o como un plan sencillo se convierte en una noche genial)
8. Mi nuevo sillón ya en el vestidor
9. Mi corte radical de pelo

sábado, 1 de agosto de 2015

Yo para ser feliz quiero un... león





No es la primera vez que os hablo de mis sueños locos en el blog; esta noche pasada he tenido un sueño digno de contar.
La aventura transcurría en mis sueños al lado de un león enorme del que me hacía amiga y cada vez que iba a verlo me abrazaba y quería jugar conmigo jajajajajajaja.
Abrazos y revolcones por el suelo, yo era feliz con mi león :)
Algo similar a lo que se puede ver en este vídeo era mi sueño, y además había gente que me grababa en vídeo.
Mi pasión por los animales, como veis, no tiene límites!

Feliz fin de semana :)