domingo, 27 de diciembre de 2015

Estimado candidato




Estimado candidato,

Perdón por lo de estimado. Vaya por delante que no le tengo ningún aprecio especial más allá del que le profeso a quien no conozco de prácticamente nada. Pero como lleva usted unos cuantos meses metiéndose a todas horas en mi casa, en mi trabajo, en mis conversaciones y en mi vida, al final no vamos a decir que el roce hace el cariño, pero sí la familiaridad. Le escribo esta carta abierta en el día crucial para usted, el único día en el que dicen que se me va a hacer caso. A mí y a los treinta y pico millones de españoles que estamos llamados a las urnas. Hoy es mi día para escribírsela. Hoy es mi día para hacérsela llegar.

Para empezar, perdóneme si de entrada no le creo. No me creo nada de lo que me ha ido explicando durante estos días. Sea usted rojo, morado, naranja, azul o verde, da igual. Y no me lo tenga en cuenta, a lo mejor no es ni siquiera culpa suya directamente. Igual es por culpa de alguien de su partido que ha metido la mano donde no debía, igual es su inexperiencia la que me hace desconfiar, o igual es que me la han metido doblada tantas veces ya, que me han robado la inocencia, la cartera, el mes de abril, el de mayo, el de junio y así hasta la suciedad.

Por lo tanto, entienda que no haya tenido ganas ni de leerme su programa. Ya me tomé esa molestia en el pasado y sólo me sirvió más que para indignarme cada vez que incumplían lo que prometieran quienes se llevaron el voto al agua. Cada vez que recortaron donde dijeron invertir. Cada vez que subieron impuestos que dijeron que debían bajar. Cada vez que eliminaron prestaciones que debían cubrir. Cada vez que hicieron exactamente lo contrario de lo que me habían dicho que iban a hacer. Cada vez que le echaron la culpa a esa herencia recibida a la que habían prometido jamás culpar. Cada vez que nos hicieron morir de vergüenza por haberles votado. Entienda que, después de todo, encuentre siempre algo más interesante que hacer que leer su mentira en diferido, o vamos a llamarla su propuesta de media verdad.

Le escribo básicamente para pedirle dos cosas.

La primera, que si usted gana, cumpla. No ya con el programa, que ése ya hemos visto que no sirve más que para medir su grado de ingenuidad, o mejor dicho el que usted cree que tenemos los demás. Tampoco le pido que cumpla con España, que eso a estas alturas de nuestra Historia alcanza el grado casi de ficción, como acaba ocurriendo con cualquier entidad. Le ruego que cumpla con los españoles. Por si no lo ha notado en campaña, los españoles no sé si somos mucho españoles, pero somos buena gente, incluso los más capullos tenemos nuestro aquél, y en realidad nos daríamos con un canto en los dientes si el próximo inquilino de La Moncloa se limitara a dejar de dar lecciones sobre cómo jodernos la vida y se pusiera simplemente a trabajar. Y que lo hiciera no sólo de manera honrada, le pediría que lo hiciera de manera ejemplar. Merecemos un presidente en el que poder mirarnos como hacemos con Andrés Iniesta, con Pau Gasol o con Rafa Nadal. Merecemos un presidente del que estar orgullosos incluso los que no le votaron. Sé que suena fantasioso, pero ha llegado el momento de que usted al menos nos lo parezca de verdad. Que esté dispuesto a dimitir y que no le tiemble la mano al cesar a quien lo haya hecho mal. Y si no sabe por dónde se empieza, rodéese de gente extraordinaria, olvídese de los dedazos y fiche a gente mucho más lista que usted, manténgalos cerca y verá como incluso lo bueno se pega, que hasta le será más fácil disimular.

Y la segunda cosa que le tengo que pedir es que si usted no gana, cumpla. Que nos enseñe de una vez cómo es una oposición responsable, que se olvide para siempre del y tú más. Que se acuerde de la gente que aun sabiendo que no iba a ganar, le votaron. Ellos merecen alguien que les dé su voz en el Congreso. Igual están dispuestos hasta a perdonarles que no se hayan leído a Kant. Sáquenle los colores al Gobierno que no cumpla, pero sobre todo, ayúdenle a gobernar. Hagan que su partido consiga ya no pactos de Estado, sino unas cortes más sabias, más eficientes, más cercanas a la ciudadanía, y sobre todo, que jamás pierdan capacidad de escuchar. Recuerden que mucha gente aún no votará en estas generales, y el objetivo de todos debería ser que volviesen a sentirse representados, que volviesen a creer que esto de la política es cosa de todos y que volviesen, sobre todo, a confiar. E idealmente, la próxima vez, a hacerles ganar.

Y a los dos, no olviden que hoy empieza un debate de estos que tanto les gustan, pero éste sí es definitivo. El que confronta lo que se dice y lo que se hace, aquél en el que dejamos el mundo de las ideas y aterrizamos en el momento de ponerlas en práctica.

Es la hora de llevarlas a la realidad.

Y a todos los efectos, deposito este voto nulo a 20 de diciembre de 2015 en la correspondiente urna de mi colegio electoral.

Risto Mejide. 20 de diciembre de 2015

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